Autor: Juan Sahorí

Cambia tu punto de vista o estarás perdido

La forma de mirar el mundo y sus infinitas problemáticas es algo determinante a la hora de realizar el gran viaje que propone la Ruta de la Calma. O cambiamos de gafas y de graduación o caminaremos ciegos y dando tumbos. En este post te propongo cambiar un par de filtros para tus nuevas gafas. Cuando los cambies, verás mejor, mucho mejor.

El estilo de afrontamiento de los problemas.

Si tu estilo de afrontamiento de los problemas es el rechazo o la evitación; si eres de los que piensan que la vida está diseñada para satisfacer tus deseos y te cabreas por cualquier contratiempo; si tienes afición por meter la cabeza bajo tierra como el avestruz o te entregas a las adicciones para huir de las situaciones desagradables, eres un estratega penoso.

Detrás del tecnicismo de la palabra rechazo como estilo de afrontamiento se esconden problemas muy cotidianos de dimensiones epidémicas: la rabia, las malas formas, la violencia, los gritos, las peleas de gallos y la mala leche crónica.

Tras el velo del rechazo se agazapa mucha rumia, reconcome y envenenamiento emocional, así como las explosiones de furia hacia fuera y las implosiones de rencor hacia dentro. Las primeras dañan el corazón y las segundas cursan con procesos de enfermedades autoinmunes como el cáncer.

Vinculadas a la evitación como estrategia se sitúan las adicciones de todo tipo, los avestruces humanos que esconden sus cabezas para no ver lo que hay, los distraídos con sus múltiples distracciones o los entretenidos con pasatiempos fugaces.

Como consecuencias directas del rechazo y la evitación como estilos de afrontamiento podemos colocar a la mayoría de los males que aquejan a la humanidad, así como las montañas de mierda que salen en las noticias de la tele. Tan sólo la aceptación como actitud vital nos puede salvar de este drama universal. Pero no nos engañemos. Esta sencilla palabra condensa en su interior la necesidad de desarrollar una filosofía de vida mucho más madura y refinada que la que tenemos.

La receta para salir de este error es sencilla de plantear y laboriosa y abnegada de ejecutar, pero no hay otra. Aquí va un resumen: modifica tu filosofía ante la vida y adopta a la aceptación como única estrategia válida. Acepta el problema, acepta las emociones que surjan y despliega con inteligencia todos los recursos de afrontamiento que tengas.

Acepta el problema porque es lo que hay, acepta las emociones que tengas porque es lo que hay. A partir de aquí, ya estarás en condiciones de desplegar los recursos que tengas disponibles para cambiar lo que puedas cambiar y dejar ir lo que no puedes controlar. Es la misma idea contenida en la famosa oración “concédeme, señor, la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para modificar las que pueda transformar y la sabiduría necesaria para distinguirlas”.

Como decían nuestros mayores: “pon lo mejor de ti, haz lo mejor que puedas y que sea lo que Dios quiera”. Mucho sentido común, mucha filosofía práctica y mucha deportividad se intuyen en estas palabras.

El encuadre general que das a la vida.

El segundo filtro que propongo para un cambio de gafas tiene que ver con el gran encuadre con el que contemplamos la vida.

Si eres de los que piensan que la vida es una guerra donde casi siempre pierdes; si sientes que vives en un mundo de competencia brutal; si, como decía mi abuelo el herrero, te consideras yunque o martillo que recibe o da golpes a diestro y siniestro, necesitas un reencuadre vital con urgencia.

Un encuadre es un marco mental que nos permite pensar en algo y darle significado. Por tanto, según sea el encuadre que elijas, así serán tus pensamientos. Según sea lo que pienses y cómo lo pienses, así será el significado que des al asunto. Según sea el significado que otorgues a aquello en lo que estés pensando, así generarás una respuesta emocional u otra. Según sean las emociones que produzcas, así movilizarás en un sentido o en otro tu conducta.

Teniendo presente este esquema en cascada, podemos concluir que, si queremos cambiar una conducta muy estresante, nos tenemos que ir a la casilla de salida: al encuadre. Si eres capaz de modificar creativamente el encuadre, será factible el cambio positivo en todo lo demás: en el pensamiento, en el sentido, en la emoción y en la conducta. Si no modificas el encuadre, todo el proceso se pondrá cuesta arriba, con el consiguiente riesgo de abandono por frustración.

Entrena este mecanismo y estarás aprendiendo a tomarte las cosas de otra manera, una recomendación médica habitual cuando estás estresado, aunque carente de explicación sobre el procedimiento a seguir.

Dicho esto, te sugiero que cambies el marco que considera a la vida como un campo de batalla por el de una universidad a la que hemos venido a aprender lecciones y asignaturas de gran calado: a explorarnos y conocernos, a desarrollar amor, compasión y empatía, a afinar nuestra mejor versión, a crear sentido, a ampliar consciencia, a perfeccionar la estructura ética y moral y otras “zarandajas filosóficas” por el estilo.

Este nuevo encuadre es universal y sirve para cualquier problemática. De todo podemos aprender si adoptamos el rol adecuado: el de abnegados alumnos de la vida capaces de apreciar una oportunidad de aprendizaje y mejora en cualquier problema o situación desagradable que se presente. Las posibilidades de aplicar este encuadre son infinitas.

En cambio, si nos quedamos empantanados en el victimismo, la reactividad y la culpa, podemos dar por seguro que vamos a tener al estrés y al sufrimiento como animales de compañía. El que vea batallas por todas partes, que no se sorprenda por el incesante rugir de sables, rechinar de dientes y balas silbando.

Planteados y explicados mínimamente estos errores que debes evitar si quieres que tu gestión del estrés se deslice con suavidad y eficacia, te sugiero que hagas un autodiagnóstico sincero y determines en qué piedras tropiezas a menudo. Este diagnóstico es fundamental. Si quieres desactivar una bomba, lo primero que tienes que hacer es identificarla, conocer su potencial destructor y el mecanismo de sus trampas.

Si necesitas ayuda para esta misión, entra en la Ruta de la Calma. Te espero vestido de TEDAX para mirar lo que no quieres ver, sacar la mierda que hay debajo de tu alfombra y desactivar los peligros que pueden hacer naufragar los intentos de gestión inteligente y eficaz de tu estrés.

Por muy inteligente y triunfador que creas ser, por muy saneadas que tengas tus finanzas y por muy alto que estés en la escala social, o abandonas estos lodazales o tu ruta terminará en vía muerta. Avisado quedas.

 

 

¿nos vemos en los comentarios?

Me gustaría conocer tu opinión acerca de este artículo y qué te ha parecido.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Ir arriba